El paro se dispara en los barrios habitados principalmente por extranjeros en Barcelona
Nacional - 21/04/2008 13:25 - Autor: Antonio Baquero - Fuente: El Periódico de Cataluña
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Un trabajador inmigrante
Decenas de hombres matan el tiempo en la calle, apoyados en las paredes, o en cafetines, con un café con leche que se alarga durante unas horas que se llenan jugando al parchís o a las cartas. La estampa podía ser de ciudades como Tánger o Argel, urbes norteafricanas devastadas por el desempleo. Pero esa foto fija es de aquí y de ahora. Concretamente, del jueves en Ca N’Anglada, un barrio de Terrassa habitado por numerosos marroquís que trabajan –mejor dicho, trabajaban– en la construcción.
El frenazo inmobiliario ha hecho estragos en ese barrio, donde muchos han perdido el empleo. En esas calles cobran vida las estadísticas del Inem, según las cuales uno de cada dos nuevos parados en la construcción es inmigrante. “Los marroquís son los que más sufren la crisis, ya que la mayoría trabajaba en la construcción. Otros, como los ecuatorianos, están más repartidos en sectores como la hostelería o el servicio doméstico”, cuenta Abderrahim Nayib, un educador social del barrio.
“Aquí ya no hay faena”, resume un joven marroquí que se ha criado en el barrio, en que se extiende la desazón. “Hace 15 años que vivo aquí. Era albañil y he tenido cuadrillas de hasta 10 trabajadores. Ahora hace ya seis meses que nadie me contrata”, dice Ahmed, otro desempleado, en un cafetín frecuentado por marroquís. La mayoría reconoce que ha perdido el trabajo en los últimos meses.
En el mismo café, otro marroquí, que no da su nombre, pide soluciones al Gobierno: “A ver qué hace Zapatero porque si esto sigue así vamos a tener que comernos sus zapatos”. Ningún compatriota ríe su gracia. Además, a la pérdida del empleo se suma una hipoteca que se ha disparado. “O pago la hipoteca o le doy de comer a mis hijos. Así que les doy de comer y hace dos meses que no pago”, cuenta Said, otro desempleado. Y añade: “Pensaba que las cuotas eran fijas. Si llego a saber que de 600 euros pasarían a 900, no compro”.
Cuando se les pregunta qué piensan hacer, la respuesta es unánime. “Yo le llevo las llaves del piso al banco y que se lo queden”, dice Miludi, un oficial de primera parado. “No puedo pagar. Si quieren que me metan en la cárcel”, comenta. El mal momento que viven en España lleva a muchos a idealizar Marruecos. “Allí la vida es más barata y no hay problema de hipotecas. No es como aquí, que llegas a casa y te encuentras el buzón lleno de facturas”, clama Miludi.